En el paraje turístico de la Villa de Batiruana Yánima (La Cocha), funciona desde 2019 una Estación Biológica con investigadores de la Fundación Miguel Lillo y del Conicet. Es la única del NOA. La labor que estos despliegan no solo contempla el relevamiento de las diversas especies biológicas del lugar. Se constituye en una valiosa usina de difusión del conocimiento de la nutrida biodiversidad de la villa, rodeada de una selva tupida y poblada por una fauna autóctona. Lo hacen interactuando activamente con los lugareños que también hacen su aporte a los biólogos.

“Hemos venido a aprender y en ese proceso el aporte de la gente local es muy importante. El lazo que hemos estrechado con esta comunidad es muy fuerte y queremos seguir acrecentándolo” dijo  Alejandra Molina, entomóloga. La Estación viene cosechando descubrimientos que representan un valioso aporte para la ciencia biológica. A la par se abocó a abrir sus puertas a estudiantes de los niveles primario y secundario a fin de que accedan al trabajo que realizan. Los investigadores, entre estos botánicos, entomólogos, zoólogos y microbiólogos, brindan charlas, dictan talleres e intercambian conocimiento con investigadores extranjeros. Batiruana está a 15 km al oeste de Alberdi, a orillas de la ruta 308 y el río Marapa. Ahí está instalado un complejo hidroeléctrico con viviendas que pertenecían al personal de esa planta y que luego fueron abandonadas. Ahora se transformó en una villa turística con hospedajes, comedores y comercios de ventas de mercaderías y artesanías.

En uno de esos inmuebles se instaló la Estación Biológica. Claudia Szumik, directora de la Unidad Ejecutora Lillo del Conicet, explicó que en realidad los investigadores vienen trabajando en el lugar desde 2016, antes de la apertura oficial de ese centro de estudios. “Lo que hacemos aquí es un relevamiento de la biodiversidad. Esto se instrumenta con un lazo con la comunidad. Los lugareños que viven, no son biólogos pero hacen que esta estación sea particular”. Se estudia la biogeografía de animales y hongos que son muchos y exclusivos de la zona. Tenemos varias especies que resultaron novedosas y se las ha descripto ahora”, apuntó. “Esto es un pequeño grano de arena de aporte en este contexto de cambio climático, crisis y extinciones. Así nos estamos juntando con la comunidad para cuidar esta isla hermosa que tenemos” resaltó.

CIENCIA Y TURISMO. Los funcionarios y los científicos en Batiruana.

Apoyo

Roberto Tagashira, titular de la Secretaría de Innovación y Desarrollo Tecnológico de Tucumán (Sidetec) estuvo en la estación para entregar equipamientos, entre estos una computadora y un freezer. Además brindó su aliento a los biólogos que trabajan ahí. “Venimos a este lugar de la yunga tucumana a valorizar el trabajo de investigadores tucumanos que cumplen su función en el interior. Nos parece muy importante. Pues como tucumanos siempre reclamamos federalismo, conociendo que el sistema científico tecnológico está esencialmente centrado en tres provincias en el centro del país. Pero también debemos cumplir haciendo federalismo en nuestra provincia”, dijo el funcionario. “A la biodiversidad es esencial conocerla para cuidarla. Es importante porque hace al bienestar de la gente. Sin biodiversidad, la gente no va a vivir bien; su calidad de vida se va a degradar”, añadió.

La comisionada comunal, Graciela Maidana, subrayó la importancia de la Estación Biológica en la investigación de los recursos naturales del lugar y en los aportes que genera para potenciar el turismo. Dijo que prevé la apertura de un salón de exposición de las diversas variedades que pueblan el lugar y que han sido objeto de estudio de los investigadores.

BIODIVERSIDAD. Los científicos están relevando el lugar.

Descubrimientos

Eva Bulacio, del área de entomología, expuso con entusiasmo los logros de los estudios que vienen realizando en Batiruana. “Desde un principio trabajamos revalorizando lo que tenemos aquí y para llevar a la gente el conocimiento. Todos los relevamientos que hicimos nos permitieron descubrir, por ejemplo, que el río (Marapa) está separando dos áreas muy diferentes. Y eso se lo detectó desde el punto de vista botánico y zoológico, con el relevamiento de roedores y la presencia de especies de plantas que marcan la diferencia biogeográfica. Hasta ahora se decía que todo era una zona de yunga”, explicó la profesional. “Aquí nos dimos con especies nuevas, desconocidas por la ciencia. Ahora estamos por sacar una publicación nueva de tres registros novedosos de plantas para Tucumán. Es decir que están aquí y no en otros sitios”, apuntó. “Una de las especies relevadas crece del otro lado del río. Tenemos datos que a esta se la colectó en 1829 y nuevamente la pudimos encontrar ahora aquí. O sea son áreas que todavía necesitan un estudio profundo. Por eso creo que vamos a encontrar muchos datos importantes” indicó. “Es importante la interacción con los vecinos porque nosotros conocemos las cuestiones académicas de ciudad, pero uno viene aquí y la gente tiene su propio conocimiento. Salimos a aprender más que a enseñar. Poder aprender de la naturaleza y las personas es muy provechoso para nosotros”, remarcó finalmente Marcos Mirande, especialista en peces, director de la unidad ejecutora Lillo del Conicet y de la Fundación Lillo.